Solías despellejar tu corazón en
vano, estrujando, escurriendo
Buscando sentimientos ajenos, ideales
que jamás supieron ser más que lo que fueron.
Miraste demasiadas veces por la
ventana de la casa abandonada
Limpiando el vidrio, despejando
telarañas, miraste sin sentido una casa vacía
Esperando movimientos donde nunca
hubo vida.
Te abrazaste al mármol de una estatua
fría
Soñabas calor pero nada ocurría, las
caricias muertas no son caricias, son más bien golpizas.
Balbuceaste mil “te quiero” al aire para
que fueran recogidos por mendigos
Pero olvidaste el viento que se lleva
las palabras y devuelve chistidos
Olvidaste ser feliz por un lapso de
tiempo indefinido, olvidaste creer en ti y ahora por fin te has decidido:
A no tropezar con la misma piedra,
con la misma voz, con los mismos nombres
A no olvidar jamás las cicatrices
secas y los fuertes golpes.
A no mirar más allá que el paso al
frente de las manos nobles.
A no hacer nada sin amor y a pedir
perdón cada vez que te equivoques.
Porque reír es tan simple cuando
querer es sincero y el amor verdadero.
Porque reír es la canción que
convierte casas en hogares y compañeros en amistades.
Porque vivir es eso que buscabas al
despertar soñando en alas doradas
Eso que te incentivaba a salir a
flote cada vez que te ahogabas
En el sutil ardor de las cicatrices
de flechas de batallas
En el vil rencor de todo eso que
antes deseabas
Y ahora todo está donde también nacen
tus tormentas.
Tu interior es un nido donde se
gestan y crecen esas metas.
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