Lut y sus espectros del atardecer.
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Y suenan las campanas de la cuidad maldita, ha llegado la
hora de las penumbras de la represión mental hasta quebrarse, del martirio.
Vuelan los últimos pájaros que daban vida a las veredas y
los techos parecen estirar sus sombras sobre el pavimento. Llega el atardecer.
Todos corran hacia adentro!
Fantasmas vendedores de almas comienzan a rodear las
viviendas, tentándolos con la oscuridad eterna y siempre encuentran una puerta
abierta…entonces comienza la redada.
Con movimientos casi
reptiles tratan de colarse en nuestro ahora, en tu presente, en tu cuerpo.
Desconectando el trabajo cerebral se filtran y asfixian el alma. Mueran!
Mueran! Puedo desear, cuanto oigo el crepitar de almas.
Pero ese tormento no dura mucho más que minutos de gotero,
son lamidas de pánico de un diablillo terrible, el atardecer es en esta ciudad,
un matador de la cordura.
Y entonces sus sombras se alargan hasta perder toda forma,
se cierra la puerta que une nuestros mundos y nos libramos de su andar
asqueroso. Los jadeos espectrales se van
con la última luz de la tarde y el corazón calma el galope en nuestros pechos.
Lut vuelve a ser una normal y tranquila cuidad, algunos
conservarán lo suyo otros esperarán el siguiente arribo del infierno, como
siempre, como en todos lados. Pero una clase de amnesia caerá sobre todos,
dejando a un lado estos espectros y yo, al vender mi alma aún corro las
cortinas antes de la media tarde…Primero se llevan el alma, luego te
desconectan el corazón.
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